¿En qué consistió la revuelta, qué métodos utilizaron los palestinos? ¿Cómo respondieron los israelíes?

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    Al principio, decenas de jóvenes, también mujeres y niños, salían espontáneamente a arrojar piedras de tamaño mediano contra patrullas pequeñas del ejército israelí. La OLP no estaba presente (estaba en Túnez), pero pronto se formaron Comités Populares en todos los territorios, y las manifestaciones fueron mayores, aunque sin armas de fuego, solo más tarde botellas incendiarias. Hubo también actos de rebelión civil, como no pagar los impuestos, boicotear productos israelíes, y numerosas huelgas. Hubo una huelga de comercios palestinos, que se cerraron durante 40 días. Comerciantes cristianos lanzaron una huelga impositiva. Muchos colaboracionistas con Israel, reales o imaginarios, fueron ejecutados.

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    Si bien al principio se utilizaron solo piedras, dando lugar al nombre mitológico de “Guerra de las Piedras”, desde el principio hubo utilización de armas de fuego, sobre todo para el asesinato de sospechosos de colaborar con Israel. Hasta septiembre de 1989 habían sido asesinados 90 palestinos “por otros palestinos”, al punto que la conducción suprema de la OLP prohibió matar colaboracionistas sin su autorización. A mediados de 1988, la OLP comenzó a organizar fuerzas de choque, produciéndose miles de incidentes con botellas incendiarias, granadas de mano, rifles y explosivos. Pero los palestinos continuaron presentando la Intifada como no violenta.

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    Al principio, Israel no reaccionó significativamente, creyendo que los disturbios se calmarían solos, como venía ocurriendo. Cuando esto no ocurrió, el ejército fue reorganizado y recibió la orden no formal de reaccionar duramente. Se reflejó en dichos como los del entonces Ministro de Defensa, Itzjak Rabin, de “romper brazos y piernas”. También se produjeron arrestos masivos, toques de queda extensos, demolición o tapamiento de viviendas, aplicación dura de las leyes impositivas, deportaciones, cierre de instituciones educativas, etc. A pesar de todas estas medidas, Israel no logró evitar el colapso de la Administración Civil, el organismo militar que gobernaba los territorios.

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    La reacción israelí más famosa fue la del entonces Ministro de Defensa Itzjak Rabin, quien llamó a “romperles (a los palestinos) los brazos y las piernas”. Como hombre militar que era, su visión era la de proteger la seguridad israelí. En el mismo contexto había dicho: “Frente al uso de la violencia, si queremos existir como Estado, debemos tomar decisiones difíciles”. Su llamado a “romper huesos” no fue por odio, sino como medida operativa: neutralizar lo que usaban para arrojar piedras: brazos y piernas. Pero fue sin dudas una frase desafortunada, que recorrió el mundo, minando la imagen de Israel.

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    La Intifada (1987) se convirtió en más que un enfrentamiento espontáneo entre los jóvenes palestinos y el ejército israelí; fue una verdadera protesta social. Lo hicieron a través de actos de desobediencia civil (y terror) que lograron debilitar la estructura política, económica y militar del régimen militar israelí. Pese al carácter espontáneo de la Intifada, ésta misma exigía la creación de una estructura capaz de articular el movimiento a fin de poder organizar a los distintos grupos sociales que habían salido a protestar a las calles. Así, al poco tiempo del estallido de la Intifada surgió el Mando Nacional Unificado.

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    El Mando Nacional Unificado palestino se mostró oficialmente contrario al uso de armas de fuego. Durante los primeros dieciocho meses de la Intifada, el 90% de los panfletos publicados por la MNU abogaban por la no violencia y el resto hablaba del uso de bombas molotov. Los datos finales de la Intifada apuntan a que “5% de las acciones palestinas incluyeron armas de fuego o explosivos”, dicen en la Wikipedia… pero lo cierto es que en 1988 ya fueron asesinados 12 israelíes, en 1989 fueron 31, en 1990 fueron 22 y en 1991 fueron 19 los que perdieron la vida. ​

     

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    El Mando Nacional Unificado palestino que dirigió la Intifada (1987) estaba integrado por Fatah, el Frente Popular para la Liberación de Palestina, el Frente Democrático para la Liberación de Palestina y Partido Comunista Palestino, y no respondía a una jerarquía organizativa clásica, sino que, al ser clandestino, estaba ampliamente disperso e integrado entre la población, así como renovado de forma continua, de manera que obstaculizó enormemente su descabezamiento por parte de Israel. Hamás no integraba el MNU palestino. Todos los sectores de la sociedad que participaron en la revuelta estaban organizados en los Comités Populares y las Fuerzas de Choque.

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    La misión de los Comités Populares palestinos durante la Intifada (1987) era la de suministrar productos de consumo a la población durante los toques de queda y los bloqueos, organizar las labores educativas y de salud a fin de hacer frente a los constantes cierres y obstáculos que organizaba el ejército israelí para detener la violencia. Ellos también se ocupaban de coordinar las acciones civiles en contra de la economía israelí; el boicot a los productos israelíes y exigencia a los trabajadores palestinos de abstenerse en asistir a sus empleos. Estos comités estaban presentes en todos los núcleos poblacionales palestinos.

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    Las Fuerzas de Choque eran las encargadas de efectuar las acciones de enfrentamiento en contra del ejército israelí. Conforme la revuelta se fue tornado más violenta, los comunicados que emitía el Mando Nacional Unificado palestino movilizando a las Fuerzas de Choque eran igualmente virulentas.​ La Intifada significó un cambio generacional entre la viaja guardia palestina, elites tradicionales y nacionalistas que habían vivido en el exilio gran parte su vida, y los jóvenes que vivían otra realidad luchando contra la ocupación israelí desde 1967. Nuevos líderes palestinos surgieron, como Marwan Barghouti.

     

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    La Administración Civil israelí colapsó en el primer mes de la Intifada (1987). Grandes áreas de Judea, Samaria y Gaza se declararon “liberadas” y se negaron a cooperar con Israel. La gran mayoría de los guardias palestinos y muchos funcionarios del gobierno dimitieron. Al mismo tiempo, se realizaron muchas huelgas generales (de 1 a 3 semanas) y se declaró una huelga comercial completa (que duró 40 días), seguida por una huelga parcial que estableció ciertas horas para la apertura de tiendas. Las ideas de desobediencia civil nacieron de Mubarak Awad, que fue deportado por Israel el 6 de mayo 1988.

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    A medida que la Intifada continuó, la cantidad de colaboradores palestinos (reales e imaginarios) asesinados por los supuestos “pacifistas manifestantes” aumentó y también lo fue el caos en Judea, Samaria y Gaza. Un total de 90 palestinos sospechosos de colaborar con Israel fueron asesinados hasta septiembre de 1989. Para finales de 1988, la OLP comenzó a organizar las Fuerzas de Choque como organizaciones militares reales, modificando la táctica palestina. Pasaron a usar miles de cócteles molotov, más de 100 granadas lanzadas y más de 500 ataques con rifles y explosivos. Hasta 1991 fueron asesinados 84 israelíes (56 de ellos civiles).